¿Y si cambiamos la frase “Hay que ver para creer” por “Hay que creer para ver”?
El futuro se construye en el presente, en el día a día. Las expectativas que tengas al comienzo de un nuevo día influyen grandemente en los resultados que obtendrás ese mismo día, ya que tu actitud le dice al universo que es lo que esperas de él.
Recuerda que no vas a tener la clase de día que quieres tener. ¡No! Tú vas a tener la clase de día, trabajo, relaciones, economía o vida que esperas tener.
¿Ves la diferencia?
Si esperamos que sucedan grandes cosas en nuestra vida, actuaremos de acuerdo a estas expectativas y grandes cosas sucederán. Es así de simple.
Creer que se puede realizar algo moviliza a ir a por ello, por el contrario, creer que no se puede te paraliza porque las creencias sobre nuestras posibilidades nos impulsan o nos reprimen.
Dentro de cada persona existe un gran poder, la cuestión es saber si ese poder esta activado o desactivado. Aprender a creer en uno mismo, es el punto de partida para alcanzar objetivos.
El primer reto de cada persona es regar el jardín de la mente a través de la repetición de mensajes positivos que empiecen a interiorizarse y a formar parte del subconsciente que es lo que gobierna nuestras vidas.
Miedos vs Éxitos
“Haz aquello que temes y el temor desaparecerá”
Cualquier emoción existe porque es útil, el problema es cuando esa emoción no cumple su función.
El miedo es una emoción necesaria porque ante cualquier amenaza nos permite reaccionar de manera inteligente, pero el problema surge cuando el miedo nos paraliza, nos bloquea y anula.
Existe un miedo estimulante que nos moviliza y nos impulsa a dar lo mejor de nosotros y existe el miedo tóxico que nos paraliza. Ante esta situación debemos elegir qué hacer con el miedo.
El miedo se contrarresta haciendo, atreviéndose, tomando el control.
“Si naciera de nuevo viviría de manera diferente porque he dedicado más del 80% del tiempo a prepararme para problemas que nunca se presentaron”
Jorge Luis Borjas, escritor
Crea un futuro exitoso
El éxito no es otra cosa que la aplicación diaria de la disciplina.
La consecución de resultados funciona según el siguiente esquema:
El éxito se basa en hábitos, los hábitos en la repetición y la repetición en la disciplina. No basta con tener motivación que es la que nos anima a empezar, sino que hay que crear hábitos porque son los que nos permiten conseguir metas. Los hábitos se adquieren por repetición a base de practicar una y otra vez la misma tarea y por ello es fundamental una variable: “La disciplina” que es hacer lo que se tiene que hacer sin escusas.
Lo que hay que hacer a menudo es lo más incómodo de hacer por eso mucha gente no consigue resultados.
Nuestra vida es el resultado de la media de las 5 personas con las que nos relacionamos, entonces es fundamental estar en los entornos adecuados, así que ten cuidado con quien te juntas.
El éxito no es cuestión de suerte o milagros, simplemente es la consecuencia de aplicar consistentemente unos principios básicos con disciplina y propósito.
Para triunfar hay que dejar de ser normales, no se pueden descubrir nuevos mundos con ojos viejos, para que unas cosas entren, otras tienen que salir para dejar espacio. Es ley de vida.
Somos únicos, irrepetibles, lo esencial de cada persona es su singularidad. Lo que debes hacer es encontrar tu diferencia y ponerla en valor, descubrir tu rareza, tu originalidad y luego darle forma.