
Es increíble reconocer que nacemos sabiendo que algún día vamos a morir pero no estamos preparados para eso y vivimos como si nunca fuéramos a irnos. Cuando perdemos a un ser querido el dolor y el impacto es profundo, sentimos que se pierde una parte de nosotros, alguien que con su amor alimentaba nuestra alma, que nos hacía sentir protegidos. Existen conexiones y sentimientos muy fuertes con nuestros seres amados y ese vacío es imposible de reemplazar pero siempre podemos hacer algo para paliar la pérdida.
EL DOLOR ES INEVITABLE PERO EL SUFRIMIENTO ES OPCIONAL.
Tenemos que levantarnos y continuar porque la vida tiene más planes para nosotros porque nuestro camino continúa y hay más personas y objetivos que nos esperan, podemos usar el dolor de la pérdida para repuntar y demostrarnos que podemos continuar a pesar de todo. Hay un plan para cada uno y el verdadero sentido del ser humano es vivir, encontrarse a sí mismo y ser feliz. Miremos desde una perspectiva más amplia: Si desafortunadamente hemos perdido a un ser amado, al mismo tiempo siempre nos queda algo bueno, quedan las cosas que aprendimos con él, las personas que nos unen a él y los sueños que quedaron por cumplirse para disfrutarlos con él, entonces tenemos la obligación de avanzar.

Es muy triste indudablemente pero ¿qué utilidad tiene demasiada tristeza? Tanta tristeza y oración no lo traerán de vuelta, debemos enfocarnos en satisfacer los deseos del ser amado y pensar en como le gustaría vernos.
Podemos fortalecernos y convertir el dolor en palanca para desarrollar la voluntad. Sustituir la tristeza por fuerza interior y determinación, entonces aunque una parte de ti sienta dolor, la otra generará más voluntad para continuar y cumplir sus deseos.
De alguna estraña o mágica manera si somos útiles y felices esa persona que se nos fue también lo será, descansará en paz, o al menos tendremos la conciencia tranquila de que la honramos aún después de haberse ido. También es bueno pensar que somos en esencia más que materia. Hay algo más que no se ve, que no se palpa pero que se siente con el corazón.

«No somos seres humanos viviendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales viviendo una experiencia humana».
Wayne Dyer