
Vivimos en una cultura de evasión (“de uno mismo y de los problemas sociales”) y alienación (“nos ocupamos tanto de algo que nos apartamos, nos hacemos ajenos, a nosotros mismos”); por ello necesitamos especialmente “viajar al interior de nosotros mismos”. Para este viaje – arriesgado e integrador, lleno de miedos y distracciones – necesitamos conocer el mapa con el que situarnos en nuestro territorio psicológico, espiritual, etc. Además, nos harán falta guías, equipaje ligero, aprender a descansar y dialogar por el camino…
Cuando emprendemos un viaje (por ejemplo durante el período vacacional) frecuentemente sólo cambiamos de escenario, de paisaje, de cultura, pero no nos cambiamos a nosotros mismos. A pesar de que todo nos induce a cambiar nuestros pensamientos y forma de vivir, la realidad es que la inmovilidad sicológica se mantiene intacta al regreso a casa. El viaje vacacional se queda en recuerdos y fotografías agradables, mientras que nuestra mente vuelve a lo cotidiano, a lo conocido, sin riesgos ni cambios que alteren nuestra «falsa estabilidad«.
Porque para vivir de verdad necesitamos viajar al interior de nosotros mismos. Asistir con asombro a nuestra continuidad discontinua, a nuestra identidad que se recrea a través de un crecimiento personal y social después de ese viaje. Necesitamos cambiar continuamente para desde ahí dialogar, con verdad, con el entorno, vivir con autenticidad nuestros pasos por los distintos caminos de la vida.

Porque “todo fluye”. Porque las personas, los lugares, las situaciones cambian tu vida constantemente. Al río de tu vida no le puedes frenar, tu vida nace de su fuente, sigue su cauce y si quieres ser consciente tienes que fluir con ella sin que te asusten los rápidos o cascadas, sabiendo descansar en sus remansos, alimentar sus acequias, recibir sus afluentes y dirigirte con una consciencia serena hacia el mar. No debes anclarte en ninguna idea, persona, situación, experiencia, que le impida el fluir, navegar, abrirte a la vida que tú haces y a la vida que te hace.
No se trata el cambio por el cambio, por la moda. El cambio compulsivo te lleva también lejos de ti misma. Viajar al interior de tu persona es buscar la identidad que te permitirá decir tu palabra auténtica a la vida. Es el camino a la verdad sobre ti misma. Es cuando integras, unificas, vas y vienes de afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera y cuando te guía lo más sano de tu persona. Fluyes libremente con todas las oportunidades y escenarios que te brinda la vida para cambiar o modificar tus pasos aunque incluso te marquen otro lado del sendero.

No es un viaje fácil y al ser arriesgado provoca mucho miedo, prueba de ello son las muy pocas personas que lo emprenden. La mayoría de la humanidad no se atreve llegar hasta el fondo de este viaje al interior de uno mismo, porque evitamos todo tipo de dolor que nos pueda causar concientizar lo que somos. El miedo nos bloquea las zonas oscuras que podamos tener pero también el conocimiento de la verdad y descubrimiento de la paz interior.
El miedo nos conduce a instalarnos en una cualidad, anclarnos en una idea o en una ideología y dejar entonces de ser nómadas de nuestro mundo interno para hacernos superficialmente sedentarios. Nos evade de la senda estrecha que nos permitirá lograr nuestros objetivos.

Pero: antes y después de caminar emprende el viaje sin miedos hacia el interior de ti mismo!