
Hay muchas vidas por vivir y la idea de conocerlas es la que nos mueve, la que nos anima a soltar amarras. La idea de lo inesperado, lo desconocido nos hace sentir fuertes e invencibles. Es esa gota que derramó el vaso la que te dió el impulso a cambiar, no la desperdicies, sigue adelante porque siempre hay otra vida por vivir, otras personas por conocer, otro mundo por aprender.
Nacemos con la idea de que tenemos una vida y como tal hay que perfeccionarla para alcanzar el clímax de bienestar que nos impone la sociedad: una buena casa, coche, trabajo, familia, etc. Pero alguna vez te has preguntado, ¿porqué tiene que ser uno?. En una vida se pueden vivir muchas vidas porque cada vez que terminas una historia vuelves a empezar de cero.
Puedes renacer en una ciudad diferente, hablar otro idioma y tener otra profesión. A esto le llaman emigrar, pero también la sociedad lo ve como algo raro cuando lo haces varias veces, y te dicen loco, aventurero o simplemente inadaptado.

Yo veo la vida como los albatros. Estas maravillosas aves todo lo que tienen de grande sus alas, lo tienen de fiel a ellos. Los albatros son las aves marinas de largas distancias, son los trotamundos por excelencia. Aunque las estrategias vitales de estas aves marinas (ciclo de desarrollo muy largo, madurez sexual atrasada, baja fecundidad, etc.) las hacen extremadamente vulnerables ante estas amenazas tanto en el mar como en tierra firme, siempre continúan el viaje.
Aunque los albatros se aparean de por vida, pueden encontrar nuevas parejas si es necesario, por ejemplo, si sobreviven a su primer compañero. El comportamiento de los albatros, que retrasan el momento de la cría, los convierte en viajeros eternos en busca de ese acompañamiento o «amor» que les dure para toda la vida, y menuda vida: los albatros viven unos 50 años.

La vida no es sólo una, porque siempre que tengas la oportunidad de cambiar y comenzar de cero empiezas a vivir otra vida. Por eso hay que vivir muchas vidas y volar tan lejos como puedas alcanzarlas!.